miércoles, 11 de marzo de 2009

Crónica XVIII TRAVESSA NÚRIA – QUERALT

Javier Galindo es un ingeniero valenciano de 45 años miembro de la Asociación de voluntarios ante emergencias de la Universidad Politécnica de Valencia.
Si le echamos un vistazo a su historial deportivo podemos encontrar todo tipo de pruebas de larga distancia, tanto en ciudad como en montaña. Así, Javier ha completado 9 veces consecutivamente el maratón de valencia (mejor marca de 2h 56m 55seg), y ha corrido diferentes maratones de montaña.

El pa
sado 5 de julio de 2008 participó en la XVIII Travessa Núria-Queralt, complentando los 94 Km de esta prueba en 19 h. y 39 min.

Hoy os traemos la crónica en primera persona de esta carrera que pone a prueba mucho más que la preparación física de una persona, y como nos dice el propio Javier:"No es un alarde físico, sino más bien emotivo, y tengo la satisfacción que a varios compañeros su lectura les ha animado a introducirse en este tipo de experiencias".

Tal y como el intenta con estas crónicas, queremos llevaros la satisfacción de tantos corredores anónimos que dedican una buena parte de su vida en cubrir sueños como el de Javier. Esperamos que lo disfrutéis.


XVIII TRAVESSA NÚRIA – QUERALT 94 KM. 5 y 6 DE JULIO DE 2008 Parque Natural Cadí-Moixeró del km 37,5 al 65,7.
Novedad 2008: carrera alargada hasta 94 kms (llegada al Parc del Lledó en Berga)

Datos técnicos:
1. Punto más alto: 2.540 m
2. Punto más bajo: 745 m
3. Desnivel de subida: 3.660 m
4. Desnivel de bajada: 4.890 m
Ojalá pudierais disfrutar leyendo esta crónica tanto como yo lo he hecho realizando la “travessa” o como ahora, simplemente narrándola.



La salida fue a las 16:30, desde el precioso Valle de Nuria, con todas mis dudas, una vez más, sobre la ropa y comida a llevar.
Me esperaban 94 km por montaña en un tiempo límite de 24 horas. Mi objetivo era únicamente finalizarla en ese tiempo. Para ello pensé que debía asegurarme un par de horas de margen. Por eso dejé preparado un sms con el tiempo de 22h para enviarlo a algunos de vosotros, antes del envío lo modifiqué pero por lo visto no se guardó. Finalmente el tiempo fue de 19 horas 39 minutos.


Al principio es un impresionante reguero de gente adentrándose entre las montañas, discurriendo a veces sobre verdes praderas, otras subiendo y bajando senderos, cruzando algún torrente como el de antes del Control 1.

Mi intención era subir sin desgastarme demasiado, y trotar en las bajadas, cuando el terreno lo permitiese. Tenía que conseguir esas dos horas de margen en la primera parte de la carrera, donde según el perfil hay un buen tramo sin demasiado desnivel, luego viene una fuerte subida, pero para la que todavía tendría energía suficiente.


La organización especifica que el camino está marcado con pintura, pero no dice como; hay marcas de gr, de pr, puntos rojos, azules, verdes. Después de perderme, esta primera vez en grupo, me enteré de que las marcas eran blancas. Seguía a un grupo confiando en el cabecilla pero por lo visto se despistó y ¡ale, todos detrás!. No fue muy difícil volver a la ruta.
Durante la carrera me despisté varias veces, en un par de ellas a tan sólo unos 200 m alguien me voceó evitando el perderme, en otras tras unos pocos metros yo mismo me di cuenta de que el camino no era el correcto.

En el Control 2, km 24, ya llevaba 2h23’ de adelanto respecto del tiempo límite. ¡Estupendo!, ya podía ir administrando este tiempo. Comí y bebí tranquilo y así también esperaba por si aparecía un compañero, José Miguel, que iba detrás. Otro compañero, Xavier, ” más del terreno” y mucho más preparado que yo, iría muy por delante. Saqué el perfil para ver lo que me quedaba hasta el siguiente control y ¡adelante!.

Llegué al Control 3, km 34, con 3h10’ de adelanto. Pensé que si seguía así llegaría en 15 horas, ¡menudo éxito, increíble!. Pero sabía que ahora ya venía la noche, que no debía cebarme, quedaba mucho. Estuve 23 minutos avituallándome, me puse el cortavientos y el frontal. José Miguel tampoco apareció. Este margen de tiempo conseguido tardando tanto en los controles se reducía, pero no me importaba.
Iba prácticamente solo, en ocasiones ni se veían las luces de los frontales de los que iban delante o detrás.
Seguía trotando, más que correr, en las bajadas. En las subidas ya se iba notando el esfuerzo, pero sólo había que seguir y seguir.

Me acordaba de Norma, me hubiese gustado (y a ella más todavía) que estuviésemos haciendo la carrera juntos, ¡maldita larga lesión! Bueno, esto me lleva a que el año que viene la tendré que repetir, esta vez con ella.

Durante la noche es más fácil perderse, las señales o marcas no se ven siempre, o incluso podría tropezar. Hay que ir más atento. Afortunadamente, hubo un buen tramo de asfalto.
He de reconocer que PEPO me facilitó muchas veces el encontrar las marcas, (PEPO es mi frontal-aplastador de cervicales, PEsado pero POtente).
A mitad de noche, cuando ya se me estaba poniendo cuello de toro, lo cambié por mi ligero frontal de 2 leds, y ¡qué sea lo que Dios quiera!

A partir Control 4, km 40, ya había bebida de cola con su aporte de cafeína. A partir de aquí si te retirabas en un control la organización ya se hacía cargo de ti , antes: ¡allá te apañes!.

Descendía paralelo a un torrente, con bastante pendiente, que cruzábamos repetidas veces, por piedras a veces mojadas, … un par de resbalones, muchas cascadas. Debe ser precioso. Me detuve en un par de ocasiones para beber agua, aunque llevaba de sobra, pero el placer de beber esa agua viva y fresca…. Me acordé de las jirafas y sus problemas para beber, la flexibilidad me iba abandonando.

Tuve nuevamente algún pequeño despiste. En algún tramo me integré en un grupo que comandaba alguien más mayor que conocía el camino perfectamente. Pero iban algo más lentos que yo y me resultaba incómodo, los dejé atrás 3 veces, cuando creía que ya no iba a perderme, pero luego tenía que esperar a que apareciesen de nuevo las luces de sus frontales y seguirles de nuevo. Poco antes de llegar a un control, sabían que había que atravesar un pequeño túnel, y más o menos su situación, digo más o menos porque hubo un momento en que casi íbamos dispersados como luciérnagas entre la maleza, buscando como llegar al dichoso túnel.

Solo, de noche, guiándome con el frontal, bajando y subiendo, todavía con más fuerza deseaba que Norma también estuviera realizando este gozoso esfuerzo.

















En el Control 7, km 65, empezaba a amanecer, y amaneció totalmente mostrándome el Pedraforca. Ya estaba seguro de lo bien que acabaría. ¡Qué manera tan diferente de calibrar los tiempos y distancias!: ya estaba en el último tercio de carrera, y tenía la sensación de que ya llegaría a meta …pero quedaban 29 km por montaña, unas 6 horas, podía ocurrir de todo. En otras circunstancias esa distancia o tiempo ya de por sí serían enormes.

Los pies se habían mojado varias veces, se iban resintiendo. Andar ya me resultaba costoso, estaba dolorido y con poca amplitud de zancada, me encontraba mejor si trotaba suavemente, iba sólo un poco más rápido que andando, pero esos pequeños saltitos del trote me evitaban la fricción en los pies. Cuesta abajo era imprescindible correr un poco para no ir reteniéndome, frenarme me producía dolor.
Notaba algo en la planta del pie, pensaba que sería alguna piedrecita, creo que incluso notaba una bolsa de líquido. Paré, me quité la zapatilla y el calcetín, que estaba empapado, el pie parecía un garbanzo, blanco y arrugado. No había una piedra: era una llaga. Entra dentro de lo habitual, no me preocupé mucho, aunque fuera a peor, de todas formas tenía que llegar a meta con el pie en las condiciones que fuesen. Llevaba ese margen de tiempo para paliar estos posibles problemillas. Me puse un apósito Compeed, un calcetín seco y ¡en marcha!. Aparecería otra gran llaga junto a ésta y rozaduras en los nudillos de los dedos. No bajó mucho mi ritmo. Y además ahora más que nunca me era necesario trotar para evitar más dolor.
En cada control miraba el perfil que me quedaba hasta el siguiente, esto me ayudaba mucho a “ir cumpliendo etapas”.

En el penúltimo control pensaba que podía llegar antes del mediodía, las 12:00, bonita hora (4h30’ menos del tiempo límite). Cumplí con margen hasta el siguiente y último control, en el Santuario de Queralt, la meta en ediciones anteriores. Me quedaban 23 minutos para hacer 2 km cuesta abajo, la organización estipulaba 20’ para los participantes en el límite horario. Podrían costarme, por muy mal que fuese, unos 15’, probablemente menos.

Llamé a Norma para decirle que ya estaba en el último control, estaba emocionado…
…Después de los primeros 30 escalones de 30-40 cm de piedra irregular había desparecido toda emoción. ¡Qué exageración de escaleras! Los cuadriceps, no estaban para después de 19 horas someterse a ésto, la rodillas iban a sufrir, las llagas, los tobillos, el miedo a una torcedura o a caer, ¡vaya fin de fiesta!.
¡Hay que acabarla, hay que seguir, hay que aguantar lo que sea!
Necesité 32 minutos para esos 2 km.

Antes de entrar en el Parc del Lledó en Berga, donde estaba la meta, hay unos pocos cientos de metros de asfalto, empecé a correr, a intentar correr, porque era difícil, pero poco a poco fui recuperando la biomecánica, a correr más rápido, adelanté incluso a algún participante.

Me iba emocionando de nuevo y con cada zancada aún más. En el parque, de nuevo escaleras, pero de altura normal, los últimos tramos de escalones de base ancha para CORRER, para ENTRAR CORRIENDO en meta, CON LÁGRIMAS EN LOS OJOS, después de los 94 km de la XVIII Travessa Núria-Queralt.



¡CONSEGUIDO!

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